Estas tan tranquilo un miércoles por la noche pensando en un dulce fin de semana en casita, con tus pantuflas, tu batamantita y ¿por qué no? una maratón de pelis que le gusten a ella, tipo Los puentes de Madison, o directamente de llorar mucho, cuando aparece un mail del boss Marc Menino "el sábado por la tarde tienes lista tu acreditación para el Japan Weekend Barcelona". ¿Lo qué? ¿Lo cualo? ¿Ah, que hay un show para los otakus? Cariño, si, soy yo, que no me esperes el sábado... y no, no me vuelva a descargar rollos de esos con el Torrent, ¡se acabó!
Llego a La Farga de L'Hospitalet, ahí está el stand y el ring de SW... er, perdón, Riot y toda la crew, en medio del océano friki y de stands que venden de todo relacionado con la cultura japonesa. Empieza el show y algún otaku va de listo "no se están dando muy fuerte ¿eh?" Y te callas para no soltarle un "y tu hueles a virginidad disfrazado de Pokémon con casi treinta años, campeón" pero me contengo (porque además algo me dice que Cariño me hará dormir en el sofá esta noche y no estoy para dar lecciones a nadie).
Y es entonces cuando sin más tardar FoLo el Renegado y Ricky Barceló hacen subir la temperatura en el ring. Los pacíficos espectadores que estaban por simple curiosidad empiezan a sacar su bestia sedienta de sangre interior y piden más, y más, y... ¡más! Cuando sube al ring el deleznable J.B. la encantadora señorita de internado inglés del siglo XIX está ya con ganas de despellejarlo con sus propias uñas. Acabado el show, satisfacción del respetable, y muy buen rollo de los fans haciendose fotos con los luchadores.
Por mi parte, cuando veo la pared, negra como el sobaco de un grillo y el ojete del tigre, me cuesta contener la emoción de poder tirar muy buenas fotos sobre un fondo en el que los luchadores van a destacar como nunca.
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